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La felicidad es una mierda
Feliz = Demente
Dice una amiga otoñal que las flores huelen a podrido. Dice que la música diseñada para festejar es triste. Dice que la búsqueda de plenitud arruina tu vida y que entonces la felicidad es un infierno. Para ella, alguien feliz es alguien que decide dejar de sospechar, que asume que el mundo es como quiere que sea y no como verdaderamente es: una verdadera verga.
Lograr lo que uno quiere no existe. No existe lo que uno quiere sino lo que hay. Aunque logremos lo que queremos, lo que hay no se parece a lo que queremos. Lo que hay se parece a lo que hay.
Es cierto que el café se derrama fácil, que el paquete de filtros de tabaco se abre en la mochila, que el avocado te arruina un pantalón. Vivir de espaldas a la verdad es solamente una decisión. La vida puede ser así de espantosa pero negarlo no hace que sea mejor. Este es un reflejo de evasión.
Una persona en transporte público puede dibujarse así: auriculares, gafas de sol, cuello doblado y ojos en la pantalla del teléfono como Narciso. ¿Será necesaria la evasión para soportar la realidad? La evasión, ¿es felicidad? Nuestra realidad, no llegar a fin de mes, no tener tiempo libre, soportar a un imbécil teniendo una videoconferencia en el Metro, tener miedo, etcétera; nuestra realidad aparentemente no nos gusta. ¿Vamos a hacer algo para cambiarla o nos entregaremos para siempre a los narcóticos? ¿Qué tal una vida con un poco menos de anestesia? ¿Qué pasaría? Lo que hay se parece a lo que hay y no cambia por más que nos obstinemos en negarlo.
Mi amiga y yo nos hemos propuesto derrotar a la felicidad y respetar al deseo como motor sin esclavizarnos a él. Nuestra conformidad, nuestra aspiración está basada en encontrar o haber encontrado un jardín, un terreno, un campo de acción. Ese lugar a donde volver, inventado, descubierto por uno mismo, debería bastarnos. A ese lugar, a esa patria privada y personal debemos volver cuando nos contagiemos de la enfermedad de la búsqueda de la plenitud. Te has perdido, vuelve a la fuente, nos decimos el uno a la otra.
Mi amiga y yo renunciamos a la idea de ser felices, en principio para resistirnos a existir numbed o adormecidos. Si dejamos de estar adormecidos y cambiamos la evasión por la confrontación no violenta tal vez entonces podamos empezar a hablar de esa pequeña decisión de enfrentar la experiencia de vivir dentro de la verdad, dentro de lo que hay y no de lo que quisiéramos que haya. Y de ahí esta queja, de ahí esta alegre apología a la infelicidad.
Es en el curso de la búsqueda de la felicidad es donde hallamos infelicidad. La clave de la felicidad a lo mejor sea ser dichosamente infeliz, hacerle trampa. Yo no le desearía la felicidad a nadie.
Aquí te dejo un video corto de Marshall Mcluhan. Miralo per leé sus libros.
© Adrián Dozetas